La belleza no es un juego de niños
La búsqueda de la belleza tiene límites. Un fenómeno viral que nos muestra en redes sociales niñas de 8 años aplicándose cremas antiedad o dando lecciones de maquillaje no es más que el reflejo de una peligrosa adicción que tiene efectos no solo en la salud mental sino también en la piel. ¿Cuándo y cómo empezar de forma segura la rutina beauty? Aquí las respuestas.
No soy muy amiga del sol, pero el cumpleaños número 10 de mi sobrina ameritaba acompañarla y celebrar su día especial en una pool party que organizaron en su honor. Curiosamente, mientras pequeñas y ruidosas invitadas se divertían a lo grande lanzándose al agua, otro grupo de niñas se mantenía lo más lejos posible de la piscina, inmersas en una plática que no alcanzaba escuchar pero que parecía interesante.
Como toda mamá, queremos saber en qué andan los demás chicos, así que me acerqué, y con toda la simpatía que pude, intenté romper el hielo y unirme a la conversación. Al comienzo me sentí un poco rara pero las niñas me aceptaron, a pesar de no ser de su equipo (en ningún sentido), y me contaron que no estaban en la piscina porque no querían “quemarse”, que personalmente preferían las “spa party”.
Mmmm, ¿y que hacen niñas de diez años en una fiesta tipo spa? Pregunté. “Obvio, nos ponemos mascarillas y nos hacemos skincare”, respondió una chiquilla extrovertida y con una piel tan hermosa y llena de colágeno que lo que menos necesita es un tratamiento de belleza. “¿En serio? Cuéntenme, a qué se refieren con hacerse skincare, acaso ustedes son como las Sephora Kids, esas niñas en TikTok que usan serums y cremas con ácido hialurónico”, insistí, mientras pensaba que a esa edad no tenía ni idea qué era el ácido hialurónico.
Sus miradas me advirtieron que estaba traspasando su nivel de confianza. Pero no quise darme por vencida. “Ustedes son realmente preciosas, no necesitan nada de eso”, dije mordiéndome la lengua para no darles un sermón. “Cuando llegue el momento podrán usar lo necesario”, agregué. Se rieron en tono burlón y me contaron que usaban mascarillas de todo tipo, exfoliantes y cremas antes de dormir. “¿Sus madres les compran todo eso? Cuestioné. “Algunas cosas si, otras las compartimos con ellas”, dijo otra ya en tono definitivo, dando por terminada la conversación.
Me despedí y me senté al otro lado, decidí relajarme viendo el otro lado de la moneda: el grupo desenfadado que soltaba risas y bromas en la piscina. Para eso es la niñez, pensé, para ser feliz, las preocupaciones por las condiciones de la piel (y por muchas otras cosas más) llegarán pronto, en la adolescencia. ¿Para qué adelantarnos? En ese momento agradecí que mi hija superó los diez sin necesidad de serum y cruzó la adolescencia acompañada de productos básicos como el protector solar o la limpiadora.
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Los tiempos cambian, lo se. Pero hay un límite para todo, hasta para empezar a cuidarse. Esa nueva obsesión de los preadolescentes, avalada por los padres que les compran los productos, tiene un nombre: cosmeticorexia. Aunque aún no es considerado oficialmente un trastorno psicológico, es conocido como un fenómeno vinculado a la obsesión por el cuidado de la apariencia sin imperfecciones y al uso excesivo de productos cosméticos. Esta adicción no solo puede generar problemas de autoestima, ansiedad y aceptación, sino también provocar efectos secundarios en la piel. ¿Dónde nació? Ahí, donde es más fácil influenciar a los niños: en las redes.
No soy experta en temas psicológicos, que considero deben ser abordados según cada caso, así que preferí profundizar un poco más en el tema desde el aspecto cosmetológico, conversando con una experta como María José Flores, field trainer de Clinique en Honduras. La primera pregunta era más que obvia, ¿cuáles son las consecuencias de usar estos productos antes de tiempo? “Si se usan productos que no son los adecuados para la piel en esa edad se pueden producir alergias y además acelerar el envejecimiento”.
El uso generalizado de cosméticos y maquillajes en una piel sana como la de los niños es un gran NO ya que además de las reacciones e irritaciones también puede activar el acné. Como enfatiza la experta, una piel sana no necesita ni tratamientos ni maquillaje, no importa la idea que te vendan.
¿Cuándo es el momento de empezar? Fácil de identificar: en la pubertad, cuando las glándulas sebáceas comienzan a hacer la piel más grasa, es entonces cuando se recomienda la limpieza diaria con un jabón o gel, una hidratante y protector solar. En el caso de padecer acné severo se debe acudir a un dermatólogo. “Ya a partir de los 18 años de puede empezar un tratamiento de hidratación completo”, agrega Flores.
El uso de estos productos no debe dejarse al azar, hay que asegurarnos que se trata de marcas éticas, respetuosas con la piel y el medio ambiente, con fórmulas seguras y eficaces, libres de parabenos y creados para esa etapa. En cuanto al maquillaje, aplican prácticamente las mismas reglas, “en la adolescencia se puede usar un blush en crema, gloss y máscara de pestañas, pero la base debe aplicarse idealmente después de los 20, cuando comienzan los signos de envejecimiento”.
Sin necesidad de prohibir, (puede tener un efecto contrario) puedes orientar a tus hijas o las niñas que hay en tu vida, que no todo lo que ven en redes es recomendable. Durante la infancia, la única regla es mantener la piel limpia y la protección frente al sol. Y si el momento de empezar una rutina beauty ya llegó, elige sabiamente los productos adecuados.
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Un kit infalible para comenzar es el Sistema de 3 Pasos de Clinique con productos, según el tipo de piel.
Paso 1: Limpiar: Fórmulas que no resecan, que dejan una sensación fresca, limpia y cómoda en la piel, independientemente de su tipo.
Paso 2: Exfoliar: Elimina la polución, el exceso de grasa y las células muertas que restan vitalidad y aportan frescura en tu piel.
Paso 3: Hidratar: Para mantener un equilibrio óptimo de hidratación.
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